Reflexión sobre el sistema de control totalitario en Nicaragua.
- Comunicaciones GCON
- Mar 28
- 2 min read

En Nicaragua, la dictadura Ortega-Murillo no gobierna: controla.
Y no controla solo con policías, leyes o cárceles.
Controla con:
la desconfianza entre hermanos,
la resignación aprendida,
el miedo transmitido como herencia,
y la normalización de la censura.
Un control que atraviesa, la cultura, la economía y el espíritu,
Y se reproduce cada vez que decimos:
"mejor no me meto",
"¿y de qué sirve hablar?",
"Calladito y apartadito."
Control Totalitario = marginación económica y destrucción cultural
No es casual que en Nicaragua:
Se cierren universidades, ONGs, radios e iglesias.
Se repartan los recursos a cambio de lealtad.
Se expulse a quien piensa distinto.
Se niegue el derecho a regresar a casa.
La dictadura no teme a los partidos. Teme al pensamiento, a la cultura y al amor por la verdad.
Porque un pueblo pobre, desinformado y dividido es más fácil de dominar.
Y por eso, el sistema totalitario necesita destruir todo lo que nos conecta: el arte, la historia, la cultura, la organización, la espiritualidad o la religión.
¿Cómo salimos?
Recuperando la confianza.
Volver a mirarnos sin miedo. Hablar. Escuchar. Organizarnos.
Haciendo comunidad donde antes hubo competencia.
El exilio no es solo huida: es oportunidad. En el exilio también se puede empezar a hacer patria.
Educándonos políticamente.
No basta con indignarse. Hay que formarse: saber qué es el poder, cómo se construye, y cómo se fiscaliza.
Luchando por la verdad, no solo por la victoria.
Cultura, poesía, música, símbolos… Todo lo que nos recuerde quiénes somos más allá de la dictadura.
Usando la tecnología no solo para entretenimiento; las plataformas digitales deben ser nuestras herramientas.
Hasta que decidamos que la libertad no es solo un derecho,
sino una responsabilidad compartida.
Entendamos que el miedo no se elimina… se confronta,
Hasta que la indignación se transforme en estructura.
Hasta que recordemos que la patria no es un partido, ni una frontera, ni un uniforme.
Es un pacto de dignidad entre los que no se rinden.
“No vivimos bajo dictadura solo cuando nos arrestan.
Vivimos bajo dictadura cuando dejamos de creer que otra Nicaragua es posible.”



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